LA MACETA DE ALBAHACA. LIBRETO PARA TÍTERES

Una obra inspirada en la tradición popular

Autor: Miguel Ángel Viciana Clemente

PERSONAJES: Príncipe, Rey, Zapatero, Dolores, Carmen, Mariquilla, Médico 1º y Médico 2º

 

PRIMERA ESCENA

(En palacio)

(Entra el rey. Pasea de un lado a otro demostrando un gran enfado)

REY: ¿Dónde está el príncipe Felipe? ¿Dónde se ha metido? ¿Otra vez ha dejado en ridículo a las candidatas para casarse con él? ¿Es que no es capaz de obedecer a su padre? Yo soy el rey. Y porque soy el rey, en mí no manda nadie y yo mando en todos. Y a los que no me obedecen, les corto el pescuezo con un hacha. ¿Que venga inmediatamente ese mequetrefe? (Sale el príncipe)

PRÍNCIPE: Calmaos, padre. No os sulfuréis, que después los ataques de gota os hacen sufrir más (Le dice al rey con tranquilidad, lo cual le enfada más)

REY: ¡No me mandes que me calme! En mí no manda nadie. Eres tú quien me va obedecer.  Contesta: ¿Cómo te has atrevido a volver a rechazar a las siete princesas que te he traído para que te cases?

PRÍNCIPE: Porque todas eran tontas.

REY: Y las anteriores siete princesas.

PRÍNCIPE: Más tontas todavía.

REY: Y las siete anteriores

PRÍNCIPE: Más tontas que tontas.

REY: Pero ¿es que tú te crees que puedo traer mil princesas?

PRÍNCIPE:  Casarse un tonto con una tonta es una tontería de tontos. Casarse a sabiendas con una tonta es una tonta tontería. (El príncipe se ríe sólo y continúa diciendo su ingeniosa frase) Y yo no quiero cometer una tontería tonta haciendo el tonto casándome con una tonta tonta.

REY:! ¡Ay, Dios mío! ¡Qué tontería más tonta acabas de decir! Eres tan listo que pareces un tonto atontado que sólo piensa tonterías retontas. ¡Me estás pegando tus tonterías! Y ahora me duele el dedo gordo del pie.

PRÍNCIPE: Ya os dije que os calmarais.

REY: ¡Te he dicho que no me digas que me calme! Mi dedo gordo es un real dedo y duele cuando le da la real gana. Pues que sepas que te has de casar. Y si no es con una princesa, será con una duquesa. Y si no, pues te casarás con una plebeya.

PRÍNCIPE: Me casaré con la primera mujer lista con la que me encuentre.

REY: Si es lista no querrá casarse con un príncipe tan tonto como tú. Y entonces te casarás con la mujer que yo quiera.

PRÍNCIPE:  Me parece muy bien. Trato hecho.

REY: Pues ahora vete a recorrer el reino a buscar esposa. A palacio sólo vendrás a dormir y a comer.

PRÍNCIPE:  Pero, papá. Que me tenga que ir de palacio, ¿no te parece un poco tonto?

REY: ¡Vete! !Que me está empezando a doler la cabeza! ¡Vete ahora mismo!

PRÍNCIPE: Vale, vale, ya me voy. (El príncipe se va)

REY: !Ay, cómo me duele mi real dedo gordo! ¡Ay, como duele mi cabeza real¡ (Se va)

 

SEGUNDA ESCENA

(En la calle. Delante de la zapatería)

ZAPATERO: ¡Ay qué pena! ¡Qué tengo tres hijas casaderas y soy zapatero! ¿De dónde sacaré la dote para encontrarles unos buenos maridos? Dolores, la mayor, es una pava; Carmen, la mediana, es ñoña; y Mercedes, la pequeña, es… un demonio. A ver, hijas mías.  He de marcharme a entregar unos zapatos.  Me prometéis no salir al balcón ni siquiera para regar la mata de albahaca. Que salga, Dolores, la mayor.

(Conforme van entrando las hijas, echan una ojea- da a la calle)

DOLORES, LA MAYOR: ¿Qué quieres, papá?

ZAPATERO:  Me prometes que no hablarás con ningún caballero.

DOLORES, LA MAYOR: Te lo prometo. (Sale)

ZAPATERO: Que salga Carmen, la mediana.

CARMEN: ¿Qué quieres, papá?

ZAPATERO:  Me prometes que no hablarás con ningún caballero.

CARMEN: Te lo prometo. (Sale)

ZAPATERO: Que salga Mariquilla, la menor.

(Entra la pequeña.  Se da un paseo por el escena- rio, echa una ojeada al balcón, y sin esperar que su padre le pregunte, responde)

MARIQUILLA:   Papá, te prometo hacerte tanto caso como mis dos hermanas.

ZAPATERO: ¡Demonio de niña! Porque tengo prisa, porque si no…

MARIQUILLA: Anda, papá, que vas a llegar tarde. Vete tranquilo. (Sale Mariquilla)

ZAPATERO: ¿Por qué todas las mozas se pasan el día en el balcón? Mi mujer también cuando era moza salía al balcón y así la conocí yo. Mis hijas no son malas…, pero podrían ser más buenas. ¡Ay! ¡Y yo soy un pobre zapatero! Y a la pobre mata de albahaca la van a ahogar de tanto regarla.

 

TERCERA ESCENA

(En la calle. Delante de la zapatería. Dolores sale a regar la mata de albahaca y canta)

DOLORES: Que con la luna, madre,

que con la luna iré,

con el sol no puedo que me quemaré,

que me quemaré, que me quemaré,

que con la luna, madre,  con la luna iré.

PRÍNCIPE:  !Pero que listo que soy¡ ¡Y qué tontas  son las mujeres del reino! Les hago preguntas sin respuesta y ellas reaccionan de forma extraña. Una se ha quedado como petrificada. He pasado varias veces por delante de su casa y lleva varias horas sin moverse. Otra se ha quedado muda. ¡Si es que además de listo soy guapísimo! ¡Se quedan pasmadas ante mi belleza y poderío! Probaré suerte con esta muchacha.

PRÍNCIPE:  Señorita que riegas la albahaca. ¿Dime cuántas hojitas tiene la mata?

DOLORES: Pues, pues… (Dolores hace una serie de movimientos graciosos que indican que se ha quedado bloqueada.  Se pone a llorar y se va) Búa, Búa, Búaaa.

(El príncipe se gira al público mostrando su sorpresa)

PRÍNCIPE: ¿Qué decía yo? Las mujeres son raras rarísimas.

(Entra Carmen y canta)

CARMEN: Luna lunera, cascabelera

cinco pollitos y una ternera.

Luna lunera, cascabelera,

toma un ochavo

para canela.

Luna lunera, cascabelera,

debajo de la cama

tienes la cena.

PRÍNCIPE:  Señorita que riegas la albahaca, ¿dime cuántas hojitas tiene la mata?

CARMEN:  Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete…, espera que me he saltado esta; una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ahí va, que esta la he contado dos veces; una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete…; ahora se ha caído esta hoja; menos unas hacen seis… (mira al príncipe, mira la maceta de albahaca y se va.)

(El príncipe se gira al público mostrando su sorpresa)

PRÍNCIPE: Las mujeres son raras rarísimas. (Entra Mariquilla y canta)

MARIQUILLA: Quisiera ser tan alta

como la luna,

ay, ay,

como la luna

como la luna.

para ver los soldados

de Cataluñá,

ay, ay,

de Cataluñá,

de Cataluñá.

PRÍNCIPE:  Señorita que riegas la albahaca, ¿dime cuántas hojitas tiene la mata?

MARIQUILLA: Caballero de alto plumero, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo?

PRÍNCIPE: Pues, el cielo…, las estrellas…, pues…, ¡Ay que me pongo colorado! Me ha pillado. ¡Qué vergüenza! (Sale)

MARIQUILLA: Pero mira que raros rarísimos son los hombres (Vuelve a cantar)

Quisiera ser tan alta

como la luna,

ay, ay,

como la luna

como la luna.

para ver los soldados

de Cataluña,

ay, ay,

de Cataluña,

de Cataluña. (Sale)

CUARTA ESCENA

(En la calle. Delante de la zapatería. Entra el príncipe)

PRÍNCIPE: Esa chica me ha pillado desprevenido.  Pero ahora verá. Me disfrazaré de frutero y como es tan pobre, me reiré y me aprovecharé de ella.

(Sale y va diciendo con que se disfraza. Aparece con un parche en un ojo y con una cesta con uvas.)

PRÍNCIPE:  Ahora soy un frutero tuerto.  Ja, ja. Que comience la comedia de mi venganza.  ¡Vendo uvas! ¡Uvas ricas y baratas! ¡Uvas para las chicas guapas!

(Entra Dolores)

DOLORES:  Señor frutero, señor frutero ¿A cuánto están las uvas?

PRÍNCIPE: A mil doblones la uva.

DOLORES: Pero si yo no tengo tanto dinero.

PRÍNCIPE: Y a un millón el racimo.

DOLORES:  Búa, Búa, Búaaaa. (Sale)

  (Entra Carmen que sigue contando hojas)

CARMEN: Quinientas  veinte  hojas, quinientas  veintiuna

 PRÍNCIPE: ¡Vendo uvas! ¡Uvas ricas y baratas! ¡Uvas para las chicas guapas!

CARMEN:  Señor frutero, señor frutero ¿a cuánto están las uvas?

PRÍNCIPE: A tantos doblones como hojas hay en la maceta de albahaca, pero dividido por dos y multiplicado por siete menos cincuenta.

CARMEN: ¿Y cuántas uvas hay?

 PRÍNCIPE: Sotocientas veintitrés.

CARMEN: ¿Sotocientas veintitrés?  Sotocientos veintitrés…  Debo contar primero las hojas ¿Por dónde iba? (Mira al príncipe, mira las uvas, mira la mata de albahaca y sale)

(Entra Mariquilla)

MARIQUILLA: Quisiera ser tan alta

como la luna,

ay, ay,

como la luna

como la luna.

para ver los soldados

de Cataluñá,

ay, ay,

de Cataluñá,

de Cataluñá.

PRÍNCIPE: ¡Vendo uvas!  ¡Uvas ricas y baratas! ¡Uvas para las chicas guapas!

MARIQUILLA: Señor frutero, señor frutero ¿A cuánto están las uvas?

PRÍNCIPE: Son muy caras, hija mía. ¿Tu padre a que se dedica?

MARIQUILLA: Mi padre es zapatero. Su fruta preferida son las uvas.

PRÍNCIPE: ¿Y a ti, niña, te gustan las uvas?

MARIQUILLA: A mí sí. Pero como no tengo dinero y mi padre me ha dicho que no salga al balcón, me voy para adentro.

PRÍNCIPE: No te vayas todavía ¿Cómo te llamas, hija?

MARIQUILLA: Mariquilla, para servirle.

PRÍNCIPE:  Mira, como estoy tan cansado de llevar las uvas, te doy uvas gratis a una condición.

MARIQUILLA: ¿Qué condición es esa? Mi padre nos ha prohibido hablar con desconocidos

PRÍNCIPE: Que por cada racimo me des un beso.

MARIQUILLA:  Jesús ¿qué te has figurado?  ¿Pero un beso nada más?

PRÍNCIPE:  Si me lo das en la cara donde tengo el ojo tuerto, nadie te verá.

MARIQUILLA: Vale. Pero sólo porque a mi padre le gustan mucho las uvas.

 (Le da el beso)

PRÍNCIPE:  Para que te dé todos los racimos de uvas, dame un beso en la otra cara. Cerraré el ojo y nadie te verá. (Le da el beso)

MARIQUILLA: ¡Qué alegría toda mi familia comerá por fin uvas! (Sale)

PRÍNCIPE: Mariquilla ha caído en la trampa. Ahora viene la venganza de verdad.

 

QUINTA ESCENA

(En la calle. Delante de la zapatería. Entra el príncipe)

PRÍNCIPE:  Vengo preparado para dejar en ridículo a esa listilla. Llevo un buen rato esperándola. Ya sale. La oigo cantar

MARIQUILLA: Quisiera ser tan alta

como la luna,

ay, ay,

como la luna

como la luna.

para ver los soldados

de Cataluña,

ay, ay,

de Cataluña,

de Cataluña.

PRÍNCIPE:  Señorita que riega la albahaca, ¿dime cuántas hojitas tiene la mata?

MARIQUILLA: Caballero de alto plumero, ¿cuántas estrellitas tiene el cielo?

PRÍNCIPE: Y el beso del frutero, ¿estuvo malo o estuvo bueno?

(Saca el parche que le tapaba el ojo tuerto)

MARIQUILLA:  Me has engañado. Yo creía que eras un buen chico, pero me has engañado. Qué vergüenza. Vete, no quiero verte jamás. (Sale)

PRÍNCIPE: No te enfades. No es para tanto. Te diré quién soy. Soy el príncipe Felipe.

MARIQUILLA: (Desde el fondo) ¡Qué horror! ¡Ya nunca saldré a la calle!

 

SEXTA ESCENA

(En palacio)

REY: El príncipe está enfermo. Desde que volvió de la ciudad no ha salido de la cama. ¡Quizá haya tenido yo la culpa por haberle echado de palacio! He llamado a los mejores médicos del mundo, pero no aciertan con el tratamiento.

(Entran dos médicos hablando entre ellos)

MÉDICO 1º: El príncipe padece una enfermedad muy extraña.

MÉDICO 2º: Con síntomas muy inusuales.

MÉDICO 1º: De pronto suspira.

MÉDICO 2º: De pronto llora.

MÉDICO 1º: Al momento se enfada.

MÉDICO 2º: Al momento desvaría.

MÉDICO 1º: Y cuando oye cantar, se queja con gran dolor.

(Se oye al fondo la voz de Mariquilla)

MARIQUILLA: Quisiera ser tan alta

como la luna…

PRÍNCIPE: ¡Aaay! ¡Aaay!

MARIQUILLA: como la luna

PRÍNCIPE: ¡Aaay! ¡Aaay!

REY: (Enfadado) Señores médicos, ¿es que no se han dado cuenta que están delante del rey? Debíais haberme hecho una reverencia. Inclinaos ahora mismo.

MÉDICO 1º: Calmaos, su majestad.

MÉDICO 2º: Calmaos, mi señor.

REY: ¡En mí no manda nadie! Si quiero me calmo, y si no quiero no. Yo soy el rey. En mí no manda nadie y yo mando en todos. ¡Inclinaos ahora mismo!

(Los médicos se inclinan)

REY: Y ahora decidme que tratamiento le habéis puesto a mi hijo.

MÉDICO 1º: Le hemos dado manzanilla con miel.

MÉDICO 2º: Le hemos dado un masaje suave.

MÉDICO 1º: Le hemos hecho una friega con agua tibia.

MÉDICO 2º: Le hemos hecho una medicina con azúcar.

MÉDICO 1º: Y no se cura.

MÉDICO 1º: Y sigue igual.

REY: Os mando que le curéis. Como no lo curéis inmediatamente, os corto el pescuezo.

 

SÉPTIMA ESCENA

(En palacio. Suenan unas trompetas y entra Mariquilla disfrazado de médico.)

MARIQUILLA: (Poniendo voz de hombre.) Soy un médico muy ocupado.  Me han dicho que el rey quiere verme porque su hijo está enfermo. ¿Quién es el rey?

MÉDICO 1º: Mi rey, no conozco a este médico.

MÉDICO 2º: Mi rey, este médico es un desconocido.

REY: Yo soy el rey.

MARIQUILLA: Y yo soy el médico. Os ordeno que me llevéis ante el enfermo.

REY: A mí no me ordena nadie. Yo soy el rey.

MARIQUILLA: Pues me voy ahora mismo.

REY: Perdonad. Que venga el príncipe enfermo.

(Aparece el príncipe casi arrastrándose)

PRÍNCIPE: !No quiero vivir¡ ¡Me siento tan mal que no puedo andar!

MARIQUILLA:  Queridos colegas. Contadme qué síntomas manifiesta el enfermo.

MÉDICO 1º: Le duele el corazón y suspira mucho

MÉDICO 2º: No come y está muy triste.

MARIQUILLA:  Majestad, siento deciros que el príncipe Felipe padece una enfermedad muy grave. Quizá le queden pocas horas de vida. Sólo yo puedo curarle. Pero antes de darle mi medicina, debéis prometerme que, si lo salvo, me concederéis un deseo. ¿Accedéis?

REY: Accedo, pero salvad a mi hijo. Os lo suplico.

MARIQUILLA: Os aseguro que después de mi tratamiento vuestro hijo recuperará sus fuerzas y no sólo andará, sino que correrá como un galgo.

(Mariquilla saca una sardina podrida.)

 MÉDICO 1: ¡Qué mal huele!

MÉDICO 2: ¡Cómo apesta!

MARIQUILLA: Para empezar, príncipe Felipe, debéis besar esta sardina medicinal. Por cada beso que le deis, viviréis un año.

PRÍNCIPE: No quiero, me da asco.

REY: Por favor, hijo mío, besa la sardina. Toma ejemplo de mí. (El rey besa la sardina varias veces.)

MARIQUILLA:  Parad, que vais a agotar las propiedades mágicas de la sardina. Ahora os toca a vos, príncipe. (El príncipe besa la sardina)

MARIQUILLA:  Seguro que todavía os sentís mal. Ahora vamos afianzar la cura con la maza revitalizadora. Señores médicos agarradlo mientras le aplico la maza revitalizadora. (Le da tres buenos golpes.)

PRÍNCIPE:! Ay! ¡Ay! !Ay¡

MARIQUILLA: ¿Os sentís mejor? ¿Creéis que necesitáis más maza revitalizadora?

PRÍNCIPE: No, no. Me siento mucho mejor. Creo me habéis curado. De verdad, estoy mucho mejor.

MARIQUILLA: Eso es lo que vos os pensáis. Pero el tratamiento ha de ser completo para que no que no se produzca una recaída. (Saca dos jeringuillas: una normal y la otra muy grande. Se las da a los médicos)

MARIQUILLA:  Ahora os pondré una inyección con la jeringa pequeña.  Si no os sentís bien, os pondré la jeringa gigante.

PRÍNCIPE: Pero si no es necesario. Me siento estupendamente.

MARIQUILLA: Es completamente necesario. Doctor, pasadme la jeringa normal. Quedaos quieto, príncipe Felipe. A la de una, a la de dos y a la de tres. (Le pone la inyección.)

PRÍNCIPE:! Ay¡ !Qué dolor¡

MARIQUILLA:  Dejadme que os examine. Evidentemente, el tratamiento está haciendo efecto. Sin embargo, para asegurarnos os vamos a poner la segunda inyección. Doctor, pasadme la jeringa gigante. Quedaos quieto, príncipe Felipe. A la de una, a la de dos y a la de…

PRÍNCIPE: No, no. No más inyecciones. (El príncipe sale corriendo.)

REY: Os estoy muy agradecido. Habéis salvado a mi hijo. Ahora pedidme vuestro deseo.

MARIQUILLA:  En su momento os lo recordaré.  Confío en que sabréis cumplir vuestra palabra

REY: Así será. Sabed que tanto mi hijo como yo cumpliremos la promesa y os concederemos un deseo, sea cual sea.

MARIQUILLA: Confío en ello.

OCTAVA ESCENA

(En la calle. Delante de la zapatería.)

DOLORES:  Me dan ganas de llorar. Nuestro padre nos vigila tanto que no puedo salir al balcón. Y cuando salgo al balcón, no pasa ningún joven. Resulta tan triste.

CARMEN:  No será para tanto. Yo sí que le he pasado mal hasta que conté las hojas de la maceta de la albahaca. Tienen mil doscientas cincuenta y tres. Porque la mil doscientas cincuenta y cuatro se la comió un gusano. A ver, dime: ¿desde qué hora estás en el balcón?

DOLORES: Desde las cinco.

CARMEN: Ahora son las ocho. Ahora dime: ¿cuántos días llevas sin salir al balcón?

 DOLORES: Tres días.

CARMEN. Pues llevas setenta y cinco horas si ver a un joven.  Que en minutos son 4.320 minutos.

DOLORES: !4320 minutos ¿Tanto tiempo? Es toda una vida. Es horroroso.  Búa, Búa, Búaaaa…

(Sale llorando)

CARMEN: Espera, espera que te lo digo en segundos

(Sale tras de Dolores)

(Entra Mariquilla. Canta muy alegre mientras riega la maceta de albahaca)

MARIQUILLA: Quisiera ser tan alta

como la luna,

ay, ay,

como la luna

como la luna.

para ver los soldados

de Cataluñá,

ay, ay,

de Cataluñá,

de Cataluñá.

(Entra el príncipe)

PRÍNCIPE: Tanto me duele la inyección que todavía no me puedo sentar. ¿Quién será el médico misterioso? Si fuera por mí, en vez de concederle un deseo, lo encarcelaría en el calabozo más oscuro para siempre. Ahí está la niña de la albahaca. Me reiré de ella y, de este modo, me olvidaré del dolor un rato.

Señorita que riegas la albahaca

¿Dime cuántas hojitas tiene la mata?

MARIQUILLA: Caballero de alto plumero

¿Cuántas estrellitas tiene el cielo?

PRÍNCIPE: Y el beso del frutero.

¿estuvo malo o estuvo bueno?

MARIQUILLA: (Pone la voz de médico)

Y vos príncipe marrullero

¿os duele mucho el trasero?

PRÍNCIPE:  Eras tú el médico. Me has engañado. Haré que mi padre, el rey, os castigue a ti a tu familia.

MARIQUILLA:  Huy que miedo. Ve corriendo, que te espero temblando.

 

NOVENA ESCENA

(En la calle. Delante de la zapatería)

ZAPATERO: No me lo puedo creer. Según este documento que me ha mandado el rey, una hija mía ha puesto en ridículo a la familia real. Amenazan cortarme la cabeza a mí y con dar latigazos y meter en un calabazo de por vida a mis hijas si no cumplimos unas condiciones imposibles. ¿Pero cuál de mis hijas habrá sido?  Dolores, Dolores, ven aquí inmediatamente.

(Entra Dolores)

DOLORES: ¿Qué quieres papa?

ZAPATERO: Dime la verdad: ¿Has entrado en palacio disfrazada de médico?

DOLORES: No, papá.

ZAPATERO: No te creo. Júramelo.

DOLORES: !Oh, papá! Dudas de mí. Te lo juro. Es horroroso que no me creas. Búa, Búa, Búaaa.

(Sale)

ZAPATERO:  Carmen, Carmen, ven aquí inmediatamente.

CARMEN: ¿Qué quieres papá?

ZAPATERO: Dime la verdad: ¿Has hecho que el rey y el príncipe besen una sardina podrida, asegurándoles que por cada beso que le deis, vivirían un año?

CARMEN: No, papá.

ZAPATERO: No te creo. Júramelo.

CARMEN: Te lo juro. Pero mira papa. Esto te interesará.  Entonces si cada beso da un año de vida, y los dos le han dado 50 besos, eso supone que el rey que ya tiene 60 años, vivirá hasta los 110 años, y que su hijo de 18 años, se coronará rey a los 68 años. Y entonces…

ZAPATERO:  Anda, escribe todas tus cuentas y cuanto hayas terminado me las enseñas. (Carmen se va) Mariquilla, Mariquilla, ven aquí inmediatamente.

MARIQUILLA: Sí, papá.

ZAPATERO: Has sido tú quien ha ido a palacio y le has dado con una maza al príncipe y le has puesto una inyección enorme.

MARIQUILLA:  Sí, papa. He sido yo.

ZAPATERO: ¡Estás loca! Pues que sepas que el rey y el príncipe han exigido que dentro de tres días os lleve a las tres a palacio: La mayor tendrá que ir con sombrero y sin sombrero; la mediana peinada y no peinada; y la menor a caballo y no a caballo. Y que si no lo hacemos me costará la vida y a vosotras latigazos y calabozo.

MARIQUILLA: Papá, te preocupas por pequeñeces. Ya verás como todo sale bien.

ZAPATERO:  Eres un demonio, pero no nos queda otra que confiar en ti.

MARIQUILLA: Tranquilo, papá, tranquilo.

(Salen el Zapatero y Mariquilla)

DÉCIMA ESCENA

(En palacio)

REY: Espero, Zapatero, que hayas cumplido con los requisitos que os pedí por deseo del príncipe Felipe. Porque como no sea así, creo que te poco tiempo de vida.

ZAPATERO:  Su majestad, os suplico piedad. Todo se ha debido a la mala cabeza de mi hija pequeña.  Mariquilla es todavía una niña y no hay que tenerle en cuenta todo lo que hace.

REY: Tu hija ya es una mujer. Y como mujer os ha metido en este lío. Así que ahora veremos cómo te la has ingeniado para satisfacer los deseos de mi hijo. Que pase la mayor con sombrero y sin sombrero.

(Entra Dolores con un sombrero cortado por la mitad puesto en la cabeza)

DOLORES:  Aquí estoy para serviros.

 REY: Primer requisito cumplido. Puedes marcharte (Sale Dolores).  Ahora que salga la mediana peinada y no peinada.

(Entra Carmen con la mitad del pelo trenzado.)

CARMEN:  Aquí estoy para serviros.

REY: Segundo requisito cumplido. Puedes marcharte (Sale Carmen).  Ahora lo más difícil: que salga la menor a caballo y no a caballo.

(Entra Mariquilla tranquilamente.)

ZAPATERO: Pero hija mía, ¿qué has hecho? ¿No habías dicho que estaba todo resuelto? Has traído la ruina a ti y a tu familia.

REY: Se ha de cumplir la sentencia. Que venga la guardia.

MARIQUILLA: ¡Alto ahí! O es que el rey será capaz de faltar a su palabra.

REY: ¿Cómo te atreves?

MARIQUILLA: (Pone la voz de médico) No es cierto que vuestro hijo estaba enfermo y que yo lo curé.

REY: Es cierto.

MARIQUILLA: No es cierto que me jurasteis concederme un deseo.

REY: Es cierto.

MARIQUILLA: Pues este es mi deseo. Quiero que el príncipe se case conmigo.

REY: Así sea. (Entra el príncipe)

PRÍNCIPE: De mil amores porque desde que te vi la primera vez estoy enamorado sin remedio.

MARIQUILLA: Pues seremos felices y comeremos perdices. (Se besan.)

FIN

 

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