En efecto, hay diferencias de género en la forma en que los chicos o las chicas realizan el acoso.
Los varones participan en un mayor número de agresiones de todo tipo. Por ejemplo, aparte de violencia física directa, los chicos insultan, esconden y roban cosas, y amenazan para atemorizar más que las chicas. Cuando un chico acosa, busca un dominio visible e inmediato.
También hay más chicos víctimas que chicas. Los chicos acosan más y, por otra parte, son el blanco habitual de las agresiones directas.
Cuando las chicas son las acosadoras utilizan medios más sutiles e indirectos. Su objetivo no es tan visible como el de los chicos. Tratan de perjudicar al acosado en su entorno buscando su aislamiento social. Para ello, tratan de manipular a sus amigos y conocidos.
Aunque la tendencia dominante es que el maltratador sea varón, las chicas tienen un papel casi tan relevante como el de los chicos en el maltrato por exclusión social. Con este fin, utilizan mentiras, hacen correr rumores y perjudican la fama del acosado.
Por otro lado, las chicas suelen ser más víctimas de los chicos que de otras chicas. También sufren un tipo de acoso más indirecto, es decir, agresiones más encubiertas y encaminadas a dañar sus relaciones personales. Cuando se les pregunta qué tipo de violencia sufren más, ellas responden hablan mal de mí.
Un dato interesante es que las chicas intervienen más para detener la violencia, mientras que los chicos suelen apoyar la violencia en mayor medida.
Todo lo dicho responde a investigaciones y estudios realizados fuera y dentro de España. Por mi experiencia personal, podría decir que las chicas se acercan con más facilidad a los adultos a denunciar que sus compañeros y compañeras se meten con ellas. En cambio, los chicos parecen decididos a aguantar más que otros compañeros les molesten.