Sí. Y lo curioso es que el culpable siempre es el otro .
Todo empieza con un pequeño error, con un descuido o un despiste que uno de los miembros de la pareja se toma mal. Muchas veces porque se ve una mala intención donde solo hay un fallo de comunicación.
El uno responde de mala manera, el otro también y, entonces, empieza la escalada . ¿Quién empezó? El otro, siempre el otro. ¿Cuándo empezó la escalada? Cada cual dará su explicación, pero en realidad es imposible saberlo.
Todo empezó por una nimiedad y por una respuesta mimética. Del amor recíproco (las respuestas amorosas) se pasó al odio (las respuestas negativas).
Es el caso de los divorcios y las separaciones en que cada uno es incapaz de ver algo bueno en el otro y solo se busca su aniquilación.
Si has tenido ya una separación tormentosa, probablemente te habrás pasado un tiempo hablando muy mal de tu expareja. Pero, posiblemente, tu expareja no sea un ser tan extraordinariamente malvado.
Ese relato no deja de ser más que un mito que cada cual se inventa para justificarse a sí mismo. Si solo queda ahí, no pasa nada. Lo terrible es cuando empiezan las represalias y se intenta eliminar al otro con todas las armas al alcance.
En caso de parejas con hijos, incluso a los niños se los utiliza como armas arrojadizas.
En fin, tras una ruptura amorosa, lo más elegante es siempre pasar página. Y si se puede tomar distancia, mejor.
FUENTE:
Las cinco trampas del amor. Iñaki Piñuel.
Texto relacionado con el libro El viejo truco del amor