EL RECHAZO A LOS HIJOS ILEGÍTIMOS

En la familia antigua era normal reconocer a los hijos ilegítimos. Al llegar la familia burguesa, los hijos ilegítimos, aunque aumentan en número, son rechazados.

Dos tendencias contrapuestas se estaban cruzando en el siglo XVIII. Por un lado, estaba la tendencia que agudizaba la dispersión de los miembros de la familia y el desamparo de los niños. Por el otro, estaba la tendencia que hacía que la familia girase en torno a los niños.

Esta última tendencia, que era, en definitiva, por la que apostaba el Estado ilustrado, había ido ganando terreno desde el siglo XVI y fue la que triunfó en el siglo XIX.

Presentación de Juan de Austria al emperador Carlos V. Eduardo_Rosales

Estas tendencias contrapuestas se aprecian en los cambios de valoración de  la lactancia mercenaria y del concepto de los hijos ilegítimos.

En cuanto a la lactancia mercenaria hay datos de la época que confirman que a finales del siglo XVIII ésta había aumentado, dado que también las capas populares comenzaron a recurrir a los servicios de las nodrizas.

La tendencia contraria se observa, en cambio, en las clases superiores en las que las madres empiezan a ocuparse personalmente de la alimentación de sus bebés.

Efectivamente, en las clases altas se fue abandonando la costumbre de dejar a los niños en el campo a cargo de la familia de la nodriza, y, por el contrario, se prefería que la nodriza fuera a la casa del bebé para que la madre la vigilara mientras alimentaba a su hijo.

Otra novedad mayor fue que en las clases acomodadas se contrataban menos nodrizas, porque eran las mismas madres las que no salían de casa y amamantaban a sus propios hijos.

Estas dos contradicciones también se aprecian en la suerte que corrían los hijos ilegítimos. Hasta entonces las amantes y sus hijos ilegítimos podían ser reconocidos públicamente. En el caso de los reyes, los modelos de comportamiento de la sociedad, hay casos muy notables.

La marquesa de Montespan y sus hijos

Por ejemplo, Alfonso XI prefería vivir con su amante doña Leonor de Guzmán, que con su verdadera esposa. De la relación del rey con su amante nacería un hijo que después sería coronado rey con el nombre de Enrique III.

Sin embargo, el más famoso de los hijos bastardos en España fue Juan de Austria, hijo de Carlos V, que fue reconocido miembro de la casa real por su hermano Felipe II.

La popularidad y maestría militar de Juan de Austria hizo que Felipe II temiera que lo destronara, por lo que tomó medidas para apartarlo de la corte.

En cuanto a amantes reconocidas oficialmente e hijos ilegítimos, quien se lleva la palma fue Luis XIV, el Rey Sol. Sus amantes eran llevadas al palacio de Versalles con toda naturalidad donde era aceptadas y reconocidas públicamente. Incluso eran admitidas por propia esposa del Rey.

Por ejemplo, a madame de Maintenon la hizo camarera de la reina.

En total se estima que Luis XIV tuvo trece hijos ilegítimos (algunos autores estiman que el número se elevaba a veinte), todos ellos reconocidos oficialmente. Tal fue así que ocuparon puestos importantes en el ejército y en la administración del Estado.

Su primogénito, el duque de Vermandois, llegó a ser Teniente General del ejército francés. Entre ellos destaca el duque de Maine que fue nombrado gran canciller de Francia o el duque de Nevers fue nombrado Gran Maestre de Francia.

Otros hijos bastardos de Luis XIV fueron nombrados condes y mariscales.

En el siglo XVIII la consideración de los hijos ilegítimos empieza a cambiar. Cada vez había más hijos ilegítimos, pero cada vez eran menos los padres que los reconocían legalmente.

A partir de los últimos decenios del siglo, los hijos ilegítimos comenzaron a ser considerados como una vergüenza inaceptable dentro de unas familias en las que tampoco eran admitidas las relaciones sexuales fuera del matrimonio.

Las familias se estaban encerrando en sí mismas y se estaban volviendo más intransigentes.

El aumento de los hijos ilegítimos y la nueva intransigencia de la familia explican que los infanticidios se incrementaron notablemente a finales del siglo XVIII, y que, por otra parte, y, de acuerdo con la tendencia contraria fomentada por el Estado, aumentase el numero de bebés que se libraban de la muerte porque eran recogidos en las inclusas.

El Estado había facilitado que no se asesinara a los hijos no deseados construyendo más inclusas y quitando los impedimentos legales que antes disuadían a los padres de abandonarlos en estos establecimientos.

El modelo de familia que había perdurado durante el Antiguo Régimen y que había tolerado  la  presencia  de  los  hijos  ilegítimos,  estaba  entrando  en  crisis.  

Estaba  siendo sustituido por un nuevo modelo de familia, la cual sería llamada familia burguesa o familia sentimental.  En la familia burguesa ya no era tan importante que la mujer aportara una buena dote y títulos nobiliarios, sino que se dedicara a cuidar a sus hijos.

La familia burguesa quedaba consagrada como una unidad en que la supervivencia y la educación de los hijos se constituían en su principal sentido.

Texto relacionado con el libro El viejo truco del amor