Desde que el acoso escolar se desencadena por cualquier motivo sin importancia, hasta que se logra la exclusión final de la víctima, se han observado cinco fases (Informe Cisneros VIII):
Fase 1: Incidentes críticos
El motivo por el que el acosador inicia sus ataques contra la víctima puede ser de lo más peregrino (que la víctima sea alta o baja, gorda o flaca, buen o mal estudiante, sociable o tímido…). ¿Qué más da el motivo? El acosador necesita una víctima y la acaba encontrando.
Por lo general, el acoso comienza con una broma que provoca las risas de los demás. El caso es que el acosador percibe que es posible meterse impunemente con alguien y que sus compañeros aceptan y consienten que lo haga. El acosador ha tomado la iniciativa y los demás le siguen. Acosando a un compañero consigue la satisfacción de convertirse en una especie de líder..
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Fase 2: Acoso y estigmatización del alumno
En esta fase la víctima se ve desbordada por un sinfín de agresiones. Le ponen un mote, hacen caricaturas suyas en la pizarra, le esconden sus cosas, la empujan, la insultan… Estas agresiones son continuadas y repetidas.
Lo peor es que tanto el agresor como los demás compañeros encuentran alguna excusa para atacarla. La víctima, según ellos, se merece lo que le está sucediendo.
La víctima, por su parte, no denuncia su situación, quizá porque piensa que el remedio que pongan los adultos no sea eficaz o porque, en el fondo, lo que más desea es la aceptación del grupo.
Fase 3: Latencia y generación del daño psicológico
Si el acoso continúa, el alumno acosado, probablemente, manifieste algún cuadro psicológico. Los síntomas más habituales son falta de concentración, llantos, ataques de rabia, rechazo a ir al centro educativo, etc.). Puede ser, incluso, que la víctima piense que la mejor forma de salir de su situación sea tomar ejemplo de su acosador y opte por agredir a otros compañeros o mostrarse rebelde con los profesores.
La clave para que los padres perciban lo que sucede en esta etapa es que se producen cambios extraños en el comportamiento habitual de su hijo.
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Fase 4: Manifestaciones somáticas y psicológicas graves
Una característica del acoso es la repetición de las agresiones y su continuidad en el tiempo. A veces el acoso dura años. Las consecuencias físicas y psíquicas son, entonces, graves.
Con el transcurso del tiempo, el alumno acaba asumiendo su rol de víctima. Su autoestima quedará entonces muy dañada. Este menosprecio hacia sí mismo, probablemente llegará hasta la vida adulta.
En el peor de los escenarios, el acosado contempla como única solución el suicidio.
Fase 5. Expulsión o autoexclusión de la víctima
Las medidas disciplinarias que se toman contra los agresores en los centros educativos, tienen un límite legal. Al acosador, cuando su conducta es nefasta, se le expulsa de los centros educativos por temporadas e, incluso, se le llega a cambiar de centro.
Sin embargo, no es extraordinario que se constate que se ha creado un clima tan dañino para la víctima, que se acabe adoptando la decisión de cambiarla a ella de centro. Se consuma así el fin último del acoso escolar: la exclusión.