NO ME HACE GRACIA. STOP BULLYNG


Cuando el acosador explica los motivos de por qué ataca a su víctima, el primer motivo que da es que la víctima le ha provocado. Según él, por mucho que la víctima sea más débil, ella misma se ha buscado que la maltrate. La segunda razón es que el acosador no está haciendo nada malo, solo está gastando bromas. Únicamente quiere hacer una gracia y prueba de ello es que los demás compañeros se ríen.


En definitiva, la intención del acosador es pasar un buen rato a costa de otro compañero. El caso es que la víctima no se divierte, dado que las bromas del acosador la ridiculizan y la denigran.


Con las bromas el agresor obtiene placer inmediato. Esto del placer del acosador y de los espectadores en el acoso escolar, nos habla de la condición humana en su lado más oscuro y terrible. Cuando el acosador consigue que los demás compañeros se rían de la gracia que ha hecho a costa de la víctima, el acosador recibe la gratificación inmediata de haber conseguido la aprobación de sus compañeros.

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Es como cuando en una reunión alguien muy simpático cuenta un chiste y los demás nos reímos a carcajadas. El chistoso se siente gratificado y los demás deseamos que cuente otro chiste para seguir divirtiéndonos. Claro está que la diferencia es que nos reímos con el chistoso, no del chistoso. El acosador hace gracia a costa de la víctima una y otra vez.


Otro aspecto muy interesante, es que los compañeros con algo tan anodino como reírse, se convierten en cómplices. No se divierten inocentemente puesto que hacen daño. Con sus risas animan al acosador a que siga por ese camino y ellos adoptan el rol de espectadores.


Una de las claves cuando se le gasta una broma a la víctima es observar su reacción. Es parecido a cuando se da un susto a alguien. La gracia está en pillarlo por sorpresa y ver su sobresalto. De forma análoga, el sufrimiento y el desconcierto de la víctima forman parte de la diversión.


El grupo se va acostumbrando a las caras de disgusto y dolor de la víctima. En el fondo siempre se trata de eso, de alterar y hacer sufrir a un compañero. Los individuos que forman el grupo, poco a poco, se acostumbran al sufrimiento y a la violencia.


La cuestión es que la víctima recibe las risas de sus compañeros como una bofetada. Cuanto más ridícula, tonta o torpe se hace aparecer a la víctima, mayor es el daño interior que se le ocasiona. Porque no solo se ríen, sino que también la menosprecian a ella y a sus sentimientos. Cuando la víctima, dada la reiteración de esos actos, acaba convencida de que, efectivamente, ella mismo es ridícula, tonta o torpe se produce un verdadero daño psicológico que precisa tratamiento.


Por todo ello, se ha de insistir a los alumnos en los centros docentes que una de las formas de evitar el acoso escolar y de crear un buen clima en su aula, es mostrar su rechazo a las bromas que se realizan a costa de un compañero. Basta con que digan: “No me hace gracia”. Si manifiestan su desaprobación desde el principio con esas pocas palabras, no habrá acoso escolar en su grupo y establecerán un clima agradable entre todos los compañeros durante todo el curso.


Así que, a la primera de cambio, ante cualquiera que quiera reírse a costa de otro, hay que ser valiente y decir: “No me hace gracia. Stop Bullying”.