Séptimo enemigo interior: las mujeres rapadas
Se estima que más de 20.0000 fueron rapadas tras las Liberación. Para ello se celebraba un simulacro de justicia popular en la que personas anónimas acusaban a las mujeres de colaboradoras con el enemigo y las mismas personas las condenaban y ejecutaban la sentencia.
El castigo variaba. A veces se les pintaba cruces gamadas en el cuerpo con alquitrán o pintura roja. A unas las rapaban completamente y a otras les dejaban mechones de pelo en la cabeza. Para que la humillación fuera más visible, las subían a un estrado o a un balcón para exhibirlas. A continuación, se paseaba a las mujeres rapadas por las calles de la ciudad entre insultos y mofas. A algunas mujeres rapadas las hacían desfilar en ropa interior y a algunas las obligaron a caminar desnudas entre la muchedumbre.
La principal acusación era la de “colaboradora horizontal”. Pero también se rapaba a las criadas, las costureras, a cualquiera que hubiera tenido el más mínimo trato con los alemanes y a las absolutamente inocentes. Les cotilleos, los rumores fueron los principales motores de esta justicia popular.
Octavo enemigo interior: los colaboradores
Justo después de la Liberación tuvo lugar la “Depuración salvaje”, es decir, la ejecución extrajudicial de 10.000 posibles colaboradores de los alemanes. En realidad, los motivos de estas ejecuciones fueron los arreglos de cuentas tanto políticos como los personales.
Pero también hubo una depuración legal con 1.500 ejecutados. Otras formas de depuración fueron las depuraciones intelectuales (actores, periodistas, escritores, locutores de radio, etc.), la depuración administrativa, la depuración en el ejército, la depuración económica y la depuración religiosa